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Cinco pasos al Amor

Tenemos la fea costumbre de ir por ahí recogiendo o mendigando aceptación de entre propios y extraños.
las cinco heridas

Se nos olvida que el mundo es de percepciones y cada quien entiende la vida como un reflejo de sí mismo. Esto quiere decir que cualquier juicio que emitimos está siempre comparado con lo que yo soy, o peor aún, con lo que yo creo que soy.

Basar en las creencias propias o de terceros la opinión que tenemos de nosotros mismos de cómo deberíamos ser, nos causará frustración. Los estándares que marca la sociedad son irreales, los estándares de las personas son obtusos y los estándares propios, basados en lo anterior, son absurdos.

las cinco heridas



La gente opina sobre el personaje que estás representando.




Siempre tienes una nueva caracterización de acuerdo a la situación que se presente. Para tus padres sigues siendo su bebé así tengas 60 años, para tus hijos eres un honorable adulto, para tu esposa eres un chiquito chiqueón, para tu esposo eres una delicada princess, para tus hermanos mayores eres un consentido, para tus hermanos menores eres una autoridad, para tus jefes eres servicial, pero para tus compañeros de trabajo eres otra historia, en público te comportas de cierta forma, y en privado eres totalmente otro.


las cinco heridas

Mirándolos desde fuera, responde sinceramente: ¿Cuál es la opinión que te merece cada uno de estos personajes? ¿Esa es la opinión que tienes de ti mismo? Posiblemente sí, porque no has descubierto cuál es el real y cuales los constructos de la mente.


Para saber quién está debajo de todos estos disfraces es necesario derribar un par de creencias (o quizá más) de “cómo debería ser yo” que fueron adquiridas primordialmente a lo largo de tu infancia y posteriormente con la muy dolorosa experiencia de ir creciendo y tratar de encajar en el molde establecido por un montón de gente que no te conoce y que de hecho no le interesas para nada.

Pero tú sí te interesas, y en el fondo anhelas ser feliz, pero no sabes cómo, porque creíste que conseguir la felicidad dependía de hacer lo que te dijeron que era correcto y necesario para pertenecer y así merecer amor.
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Ser feliz depende de algo que yo llamo el Algoritmo de la Autoestima: Si eres feliz, sigue haciendo lo mismo, si no eres feliz, cambia algo.







Me gusta también usar la analogía de los primeros auxilios. Cuando hay un percance, el primer paso es “asegurar la escena”, esto quiere decir que te asegures de que no vas a sufrir un accidente tú también. Herido no serás de ayuda y entonces habrá dos personas a las que auxiliar, no una, como originalmente debió ser. Si haces bien el primer paso, el segundo es activar los servicios de emergencia y el tercero es asistir al lesionado. En resumen, si tú estás bien, puedes ayudar a otros, de lo contrario, te vuelves una carga innecesaria.

En la vida pasa igual, si te amas y te cuidas, puedes amar y cuidar a otros, pero para llegar a este nivel de consciencia necesariamente tendrás que hacer un viaje a tu interior. ¿Recuerdas? Busca dentro y encuentra afuera.

Me llevó bastante tiempo entender este sencillo pero poderoso concepto. Ahora no solo aplico estos sencillos pasos todo el tiempo para mejorar mi vida y mis circunstancias, sino que son la base del entrenamiento de Amor Propio con el que ayudo particularmente a las mujeres a recuperar su autoestima, a sentirse a gusto consigo mismas y a brillar con luz propia.


Mereces que te pasen cosas benas


Consciencia de merecimiento
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¿Sabes porqué tus deseos no se hacen realidad? No es que la Ley de la atracción no funcione, o que el universo te odie o Dios te haya abandonado, es porque crees que decides tú. Tu vida se decide desde la mente subconsciente con el intrincado sistema de creencias heredado que literalmente usa como caja de herramientas para crear tu realidad.


Estas creencias fabrican miles y miles de pensamientos limitantes que tampoco ayudan, más bien entorpecen tu evolución; y para colmo, a pesar de que pides poquito, no crees que merezcas tanto.


Mereces que te pasen cosas buenas, el universo sólo está esperando que le muestres tu nueva vibración para entonces mostrarte los milagros.


Hace unos años yo pude haber sido una celebridad en mi pueblo, compartir mi vida con mi alma gemela y tener la vida de mis sueños, pero me sentía tan poca cosa, que desaproveché todas las oportunidades que el Universo me dió de tenerlo todo.


Ahora lo cuento como anécdota y siempre lo pongo de ejemplo en mis talleres con la esperanza de que esta experiencia no se repita nunca más, ni para mí, ni para ti tampoco.


Lo importante es el Ser
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Todos los seres humanos estamos equipados con una especie de planta nuclear biológica conformada por siete poderes o dones espirituales. Estas energías se encuentran distribuídas a lo largo de la columna vertebral, se les conoce como chakras o ruedas de luz.




Cada uno tiene su propia función, información, glándulas, hormonas, química y neurocircuitos. Cada centro contiene su propia energía y su correspondiente nivel de consciencia asociado a determinadas emociones, esta particularidad los convierte en una especie de mini cerebros.


Los yoguis pasan la vida meditando para encender esta energía kundalini desde el chakra raíz hasta la coronilla con el fin de iluminarse. Hoy sabemos que con ciertos ejercicios de respiración en combinación con trabajo muscular específico, es posible llevar esta energía vital hacia el cerebro por la médula ósea y convertirla en energía creativa capaz de crear nuevas realidades.


Heridas de la infancia

Los primeros siete años de vida del ser humano son críticos en el sentido estricto de la formación de la personalidad, la autoestima y la forma como enfrenta todas las situaciones de la vida.

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La información que recibe a lo largo de estos primeros años queda profundamente grabada en su subconsciente y es ésta información la que utiliza literalmente como caja de herramientas para hacer frente a los desafíos de la existencia.


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Cuando somos pequeños, algunos hábitos y malas experiencias pueden dejar huella por el resto de nuestras vidas. La infancia es la etapa vital en la que somos más sensibles a la influencia del entorno y al modo en el que nos relacionamos con las personas.




No solo es la época en la que empezamos a entender cómo es el mundo y construimos nuestra percepción de la realidad sobre los fundamentos de esos aprendizajes, sino que nuestro cerebro se desarrolla a un ritmo tan veloz que cualquier pequeña alteración en la manera en la que se comunican nuestras neuronas puede dejar una huella, una herida emocional que influye en nuestros patrones de conducta en la adultez.


Para mí. las heridas relevantes son el rechazo, los apegos resultantes de la herida de abandono, la desconfianza derivada de la injusticia y el miedo como mecanismo de control.


Alojadas en la mente subconsciente como emociones de baja vibración, estas son responsables de la madre de todas las heridas: No sentirnos suficientes.

Llegamos a este mundo con una sola misión y es dar y recibir amor, por desgracia, nos toca aprender de gente herida. De esta forma es que nos volvemos temerosos, construimos un concepto equivocado de quienes somos y andamos por la vida mendigando amor sin poder conseguirlo.


Sanar al Niño interior

Nuestro Niño Interior es nuestra mente emocional, se formó y alimentó con toda la información con la que fuimos programados en los primeros años de nuestra vida y hasta la mayoría de edad. Ha guardado celosamente todas las experiencias, los sonidos, las vivencias, los olores, los sabores y sinsabores. Tú podrás no recordar nada de eso, pero el Niño Interior sí.


Esta parte de nosotros tiene vida propia, no ha crecido, debe haberse quedado estancado en algún punto entre los tres años y el día que decidiste que ya eras maduro. Fue entonces cuando lo olvidaste. Olvidaste ser un niño, porque las responsabilidades de la vida madura te lo exigieron y nunca nadie te habló de lo importante que era no perder el contacto con ésta parte de ti.



las cinco heridas

Tu Niño Interior se ha quedado solo, desamparado, relegado y temeroso, y como se encuentra lleno de miedo y frustración porque lo olvidaste, va a echar mano de todos los recursos a su alcance para evitar que lo dejes, así que creará una barrera alrededor tuyo para literalmente encerrarte y no dejar que lo abandones.




Esta barrera puede presentarse en tu vida cotidiana de tres formas:

1.- Como un dolor o una enfermedad. Así puede evitar que si estás en buena salud te ocupes de otras cosas y no de él.


2.- No reconocer las oportunidades. Te cegará para que no las reconozcas porque eso significaría que lo abandonarás para perseguir tus sueños.


3.- Incapacidad para manifestar nuestros deseos. Si eres feliz, lo dejarás y eso no lo puede permitir.


Este Niño Interior, tiene todas las memorias de dolor con las que ambos han tenido que cargar, pero que tú no recuerdas. Si restableces esta conexión, te mostrará porqué las cosas no van tan bien en tu vida y te ayudará a que las sanes y las trasciendan juntos.


Recuperar, mantener y mejorar la relación que tienes con tu Niño Interior, te abrirá nuevas y mejores oportunidades, cuando comprenda que si trabajan juntos no hay ninguna amenaza que los condene o los pueda dañar, tu vida mejorará significativamente. ¡Te lo prometo!


La trascendencia del ego

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El ego es una ilusión que creamos acerca de quiénes somos, no es que sea algo negativo en sí mismo, pero depende del volumen, como refieren los psicólogos Wayment y Bauer creadores del concepto de ego ruidoso y ego silencioso.



El ego silencioso está movido por el amor, pero mal entendido y peor dirigido. El amor no es sacrificado, el amor es ver la belleza en todo, no como sentimiento y emoción, sino como principio de guía.


Al ego silencioso le falta amor, pero el amor más importante de todos, el amor propio, el amor a uno mismo.


El ego ruidoso representa la energía divina del poder, es la habilidad de “hacer que las cosas sucedan”. Lo malo del ego ruidoso es que intenta desesperadamente esconder una autoestima baja llevada al extremo y tiende a convertirse en narcisista, egocéntrico, centrado en el “yo” y considera que todo lo demás existe sólo como recursos a su disposición.


las cinco heridas
De acuerdo con el Eneagrama mi personalidad es 1, es decir: Perfeccionista.

A mí me sonaba muy bien eso de la perfección, hasta que me di cuenta de las limitaciones que me imponía éste comportamiento.


Mis abuelos paternos eran extremadamente exigentes, no sólo conmigo, sino con toda su descendencia. Digamos que, a sus ojos, nunca fuimos lo suficientemente buenos. Realmente no sé qué es lo que esperaban, pero puedo imaginar que volcaron sus propias frustraciones sobre todos nosotros.


Para mí, la cosa se convirtió en un reto (subconsciente, ¡claro está!): “A mí nadie me dice que no soy suficiente” Así que, en el afán de conseguir su aprobación, me convertí en una perfeccionista. Me eché encima responsabilidades que no me correspondían, y, como era de esperarse, no daba el ancho.


La vida se me volvió una interminable lucha entre “sí puedo” y “no pude”. Eso no le ayuda a la autoestima, y, aunque conscientemente siempre me he sentido una “chingona” –y, de hecho, es lo que proyecto-, en el fondo, o mejor dicho, en el subconsciente, nunca me sentí merecedora de amor.


Esta herida profundamente arraigada en el subconsciente me causó muchos problemas, recuerdo que al menos en dos ocasiones renuncié al trabajo de mis sueños porque me achicaba llegado el momento de avanzar hacia puestos con más responsabilidad. Dejé ir buenos partidos por no sentirme correcta para la situación. El colmo fue cuando comenzó a darme problemas de salud.


Fué entonces que literalmente me puse a revisar mis apuntes. Así es como sané totalmente y así es como nació el Club de Amor Propio y Manifestación de Zona Dharma. Yo te ayudo a sentirte a gusto contigo misma y a brillar con luz propia.

las cinco heridas

Soy Margot Vargas, coach espiritual.

Soy Thetahealer y Lectora de Registros Akáshico.



Todos, sin excepción, experimentamos al menos cuatro de las cinco heridas. Rechazo, abandono, traición, injusticia y humillación. Detrás de la traición se esconde el abandono y detrás de la injusticia se esconde el rechazo. La herida de humillación merece un capítulo aparte.


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