Soy lo que llaman por ahí una emprendedora multipotencial: tengo habilidades muy variadas, desde corte y confección –que aprendí en la secundaria- hasta cocina y alta repostería, pasando por cosmetología y belleza. Al marketing me dedico desde mis tiernas juventudes, y por algún extraño sortilegio, a pesar de pertenecer a una generación marcada con una espantosa “X”, la tecnología se me ha rendido sin oponer resistencia. Pero, incluso con todos estos conocimientos y destrezas, a la hora de emprender, siempre me quedaba en el “ya merito”.
En el mundo hay sólo dos tipos de personas: Las que “la hacen” y las que “no la hacen”. Y la diferencia entre ambas radica simplemente en la actitud.
Circula por las redes una fórmula que propone que C + H * A garantiza el éxito en cualquier emprendimiento. Conocimientos más Habilidades son imprescindibles para el perfecto desempeño de cualquier actividad, multiplicados éstos por Actitud, son simplemente los pasos efectivos hacia el éxito.
La Actitud multiplica, es un hecho irrefutable. Sin embargo, ACTITUD, no es sinónimo de OPTIMISMO. No se trata de encomendarse a Dios y esperar que pase lo mejor, o de sencillamente dedicarse a buscarle el lado bueno a todo.
Conozco muchos casos -y seguramente tú también- en los que ésta fórmula mágica no funciona como debería. Yo era uno de esos casos; de hecho, era "todo un caso”. A la gente le gusta mucho estar conmigo porque soy muy optimista, incluso me quedaba bien ese chiste del niño que encuentra solamente excremento en el lugar donde debería estar su regalo de Navidad y corre entusiasmado por todos los rincones de su casa “buscando al caballo.” Es agotador andar persiguiendo algo que obviamente no existe: ¡No hay caballo!
¿Por qué algunos tienen éxito y otros no? ¿Por qué hay empresas que “la hacen” y otras no?
Éxito y fracaso no dependen de factores externos, no tiene que ver con la situación económica mundial, los gobiernos corruptos o las prácticas lícitas o ilícitas. Son factores internos.
Los miedos subconscientes y alguna que otra herida de la infancia son condicionantes de la capacidad con la que afrontamos los desafíos de la vida y la vara con la que medimos el éxito y el fracaso.
Rascando un poco bajo la superficie, podemos encontrar miedos tan absurdos como el miedo al dinero, por ejemplo. Por increíble que parezca, es posible que tengamos creencias acerca de lo oscuro, diabólico y pecaminoso que es el dinero. Por más que nos empeñemos día a día en conseguir más, no lo lograremos si en el fondo pensamos que es sucio o malo.
El miedo al éxito o el miedo al fracaso, ambos son condicionantes de la mediocridad en la que estamos envueltos, pero de la cuál somos incapaces de desprendernos porque el subconsciente cree que así nos mantiene a salvo de los peligros de la vida.
El día que por fin me harté de renunciar, de perder, de ceder, de abandonar o ser abandonada, del rechazo, de la soledad y de la desconfianza con la que estaba viviendo; me di a la tarea de encontrar la fórmula perfecta para sacarme, de una vez y para siempre, todos los miedos subconscientes y los traumas infantiles y las heridas emocionales que mantenían mi vida como rehén.
Estos son los cinco pasos que necesitas poner en práctica para desbloquear el éxito y la riqueza que mereces.
IDENTIFICA EL PROBLEMA
Basta con una leve incomodidad para darte cuenta que el ciclo de mediocridad debe terminar. Saca información de la queja: si estás harta de ser pobre, grítalo a los cuatro vientos, hasta que todas tus células vibren con la idea de ¡Ya no más!
TOMA RESPONSABILIDAD
Lo mejor de descubrir aquello que ya no quieres en tu vida, es saber que, si tú lo hiciste, tú lo puedes deshacer: Literalmente. Pues, si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, estás peor que al principio. Comienza por pasar a positivo lo que te molesta. Por ejemplo, si ya no quieres ser pobre, ahora el decreto será: QUIERO SER RICA.
DEJA DE SER TÚ
En el libro Deja de ser tú de Joe Dispensa, descubrí que, cambiar cualquier aspecto de nuestras vidas o nuestra personalidad es muy sencillo si te enfocas en el objetivo: QUIERO SER RICA. En éste punto, se trata de descubrir cuáles son las creencias subconscientes que impiden el progreso y cambiarlas.
CONCIENCIA DE MERECIMIENTO
Tus deseos no se hacen realidad por tres razones:
Porque crees que decides tú, decide el subconsciente con información basura que ha acumulado desde tiempos inmemoriales.
Porque tienes pensamientos limitantes, es decir, no puedes imaginar aquello que no está en tu experiencia de vida, pero esto se remedia con la visualización creativa; total, soñar, no cuesta nada. Y…
Porque a pesar de que pides poquito, no crees que merezcas tanto. El remedio está en reafirmar la autoestima y recuperar el poder interior.
CERTEZA ABSOLUTA
¡Si dudas… ya perdiste! Necesitas hacerte de una fe inquebrantable en que vas a conseguir tus objetivos, sí o sí. Porque el Universo sólo está esperando que le muestres tu nueva vibración para entonces mostrarte los milagros. Sólo te advierto que debes tener paciencia, pues no es magia, es trabajo.
Hace unos cuatro años, cuando comencé a escribir –a manera de terapia- decidí que quería vivir de leer y escribir. Tuvieron que pasar toda una serie de eventos afortunados –y algunos otros desafortunados- para que, llegado el momento, yo pudiera comprobar, sin lugar a dudas, que mis deseos siempre se hacen realidad en el tiempo de Dios perfecto.
Yo también soy una emprendedora y empresaria en pequeño como tú; sé lo difícil que puede ser estar sola, sin apoyos, sin recursos y sin idea de cómo hacer las cosas para que resulten bien, sin tanto drama y sin derroches de tiempo, dinero o esfuerzos innecesarios.
Te ayudo a implementar tu propio sistema de marketing y ventas digitales, paso a paso desde cero y utilizando sólo recursos gratuitos de internet.
Pues sí, una vez reconocida la vocación, hay qué dedicar el tiempo, el esfuerzo y la disciplina para lograr el éxito... si de verdad se pretende y sin importar que "éxito" es un término polifacético, pues cada cual tenemos un concepto -o varios- de "éxito". Gracias por la motivación... lo que sigue es pasar del "ya merito" al "tengo el mérito". Saludos PP